El entorno de la fe es lo invisible. Pero en nuestra vida diaria dependemos de nuestros sentidos para procesar nuestro entorno. Por lo tanto, debemos aprender a no confiar en nuestros sentidos como prueba de que hemos recibido las cosas que le pedimos a Dios porque las cosas que no se ven no se registran en los sentidos. Una vez que lo que hemos rezado se manifiesta, ya no necesitaremos tener fe en él, porque para entonces ya se habrá registrado en nuestros sentidos.
